Y Johnny cogió... las llaves del coche

Llevaba meses callado. Que no paralizado. No es que el equilibrio del universo peligrara con mi silencio, pero valga este apunte como prueba de mi compromiso de glasnost. Al grano, participaré durante el primer trimestre del curso en un grupo de trabajo para la Dirección General de Participación e Innovación de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Tema: Plan Escuela TIC 2.0. Total: otra vez fuera del aula y dentro del coche. No cojo el fusil, sino las llaves. Es otra forma de acción.

Sé poco. Pero adivino que lo que estoy viendo estos primeros días será la norma general: árboles que no dejan ver el bosque, fuegos que apagar, encargos para antes de ayer. Quiero anotar mi visión del tema ahora, antes de que la prisa o la prosa de la burocracia la contaminen; esta es mi promesa.

¿Qué opino de la Escuela 2.0? Pienso en primer lugar que se trata de una propuesta política del género «promesa ilusionante», como el reparto de Oregón o la carrera espacial a la luna de Kennedy. Me ha costado comprender esto[0], y que en una promesa de ese tipo está todo por concretar. ¿Pero por qué el 1x1? Bueno, lo de la educación empieza a percibirse como urgente (PISA pesa) y está claro que algo hay que hacer; la proporción de un ordenador para cada alumno/a es una tendencia que viene de fuera, con una justificación que está ligada al discurso de las competencias básicas necesarias para el siglo ¿Cómo no voy a estar de acuerdo con la solución que maximiza la exposición a lo digital? Dos críticas, no obstante, me parecían inevitables: ¿cómo no se tenía en cuenta la experiencia de años de algunas comunidades en el intento de generalizar el uso de las TIC en la educación española? y, en segundo lugar, ¿todavía no se han enterado de que el reparto de ordenadores no conlleva mágicamente la adquisición de la competencia digital[1]?

Empezar de cero, como si en estos años no hubiéramos aprendido nada, sí que me parecía inaceptable. ¿No hemos demostrado nada? Por eso cuando se me invitó a participar en un grupo de trabajo para el Plan Escuela TIC 2.0, iniciativa que parte de la decisión de hacer converger el Proyecto And@red de centros TIC andaluces que nació en 2003 y en el que llevo participando de diferentes formas desde el principio con el proyecto Escuela 2.0 de Zapatero... ¿cómo podía decir que no?

A manera de humilde reflexión

Habrá que empezar por reflexionar sobre qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal en estos seis o siete años[2]. ¡Qué gran oportunidad, poder repensar y actualizar el proyecto! Las diferencias de situación son evidentes, incluso sociológicas[3]. Los centros que queríamos ser centros TIC presentábamos voluntariamente un proyecto y firmábamos un compromiso de formación y participación; la de ahora es una propuesta para todo el profesorado de desde 5º de Primaria hasta 2º de ESO; no puede ser igual. En 2003 queríamos ordenadores en las aulas sin saber muy bien porqué, por una intuición no del todo bien concretada. Los primeros coordinadores (y coordinadora) TIC compartíamos un perfil tecnófilo, que no sé si hizo daño al proyecto (recuerdo las caras de mis compañeros y compañeras oyéndome hablar de procesos y de sesiones remotas en la terminal) pero que desde luego no le beneficiaba ni propiciaba el contagio. Esa primacía de lo tecnológico pesaba también en la formación, y ha costado años poner cada cosa en su sitio. Los catalanes han sabido expresarlo con concisión: de las TIC a las TAC, de las tecnología de la información y la comunicación a las tecnologías del aprendizaje. Ese es el camino.

Pronto del modelo de un ordenador por cada dos alumnos se pasó a permitir que los centros eligieran el modelo de centro TIC (fijos, portátiles, rincones....). La idea de elección por parte del profesorado parecía una buena idea, con justificaciones pedagógicas (movilidad en el aula, reflexión previa...), pero tenía una consecuencia perversa: hacía depender el grado de inmersión digital de los alumnos y alumnas andaluces de la voluntad del profesorado de sus centros. Desde un punto de vista democrático, de elemental igualdad de oportunidades, no puede consentirse que sea el azar (el número de componentes de un claustro con determinación de utilizar los recursos) el que determine si se recibe o no formación en la competencia digital. Este es el gran argumento en favor del 1x1, aunque choque con la comodidad de algunos.

¿Qué pasó para que la ilusión se apagara? Es verdad que la realidad es tozuda y fría; es verdad también que un proyecto de innovación no es una proyecto generalista. Creo que se perdió la ilusión por el proyecto de centros TIC por varias razones, que repasaré después. Pero primero voy a subrayar algo que me parece esencial: la apuesta por el software libre ha sido una circunstancia esencial y positiva del proyecto. Lo diré de otra manera para ser más claro, no hay soluciones autonómicas alternativas más ricas pedagógicamente que la andaluza, montada sobre software libre y administración remota. Concluir que el software libre ha sido un problema para el proyecto andaluz está en el mismo nivel de pereza mental que deducir que una araña a la que se le han cortado las patas es sorda. Todas las propuestas TIC son, hay que escribirlo, igual de insuficientes. Pero ninguna de las privativas tiene la capacidad de evolucionar y la carga de empoderamiento que tienen las propuestas extremeña o andaluza.

Pero vamos a las razones. Se resumen en una: centros isla, profesorado a su suerte. Una administración que toma una iniciativa muy valiente, que invierte cantidades de dinero y de esfuerzo sin precedentes, y que sin embargo cae en la incoherencia de olvidar plantearse al menos un plan para que el uso del software libre suba por la jerarquía (el menaje subliminal es el de una solución barata y sin valor para el final de la cadena); una administración que parece pensar que el proyecto termina el día que de verdad comienza, cuando los ordenadores llegan a los centros, y aparenta dejar al voluntarismo del profesorado implicado el destino del proyecto[4]; y, finalmente, una administración como un tren sin cabeza que, a toda velocidad, corre hacia delante ampliando el número de centros sin proteger y profundizar en el modelo en aquellos sitios que podían servir de referente. Es evidente: el proyecto inicial no murió, se transformó en un proyecto de dotación a los centros.

Segundo, aislamiento de la sociedad, de las familias. ¿Nos hemos esforzado por abrir y explicar el proyecto a la sociedad? Ya lo dicen las evaluaciones: aquellos centros que han ido más lejos han sido los que han abierto sus proyectos, los que han creado radios escolares, bitácoras de género o de barrio... Por otro lado, ¿se ha diseñado un plan para hacer comprender a las familias que los ordenadores de los centros no son máquinas para jugar? ¿están formadas las familias para el uso seguro y educativo de internet y de los ordenadores? ¿cómo se piensa responder a esta necesidad de formación? Sin implicar a las familias, sin su responsabilidad, no tendremos éxito.

Tercero, una conectividad deficiente. Una red, la corporativa, que no une sino pone puertas y barreras (lentitud, puertos cerrados, decisiones en las que no se puede influir) porque está pensada para otras necesidades. Desde luego no para una Escuela en la Web 2.0. Unidas a una selección de herramientas que se ha tardado años en flexibilizar.

Ay, esa apuesta monoteísta, Helvia. El gran acto de fe, la plataforma. Un archipiélago cerrado de islas-Helvias. Y junto a él la ausencia de una propuesta que ayude en el día a día, de fondos de materiales libres y abiertos con los que elaborar las unidades didácticas, de ejemplos rutinarios, de ideas que no deslumbren sino que iluminen. Hemos pecado de mostrar buenas prácticas demasiado alejadas de la práctica habitual, desconectadas, inalcanzables, paralizantes. Y hemos dejado al profesorado solo ante su desconcierto, a los pies de los proveedores de respuestas y libros de texto.

He escrito largamente sobre los repositorios de contenidos digitales. Las circunstancias se han aclarado desde entonces. Para nuestra «libertad de cátedra y de edición» necesitamos materiales libres. ¿Cómo vamos a utilizar la libertad de edición si no podemos reutilizar y transformar un recurso? ¡Okupemos AGREGA, hagamos nuestros los bancos de recursos autonómicos, y si no nos valen sus objetos de aprendizaje descompongámoslos en sus elementos libres!

Estas reflexiones no pretenden ser originales. Tengo la impresión de que hoy el mensaje ha llegado, esperemos que quien tiene que oir escuche y actúe. ¡Qué gran oportunidad vivimos! Es el momento de comprender nuesta historia y de actuar. No estamos ante un proyecto de innovación, sino ante un plan generalista, dirigido a todo el profesorado de los cursos implicados. Esta nueva fase necesita una propuesta de mínimos. Pensemos en el profesorado al que todavía no hemos convencido de lo esencial que es que el mundo digital entre en la escuela. Ahí va mi propuesta: buscar la manera de crear orientaciones para la web 2.0 mediante la web 2.0. Proponer los ladrillos (animaciones, vídeos, fotos, textos...) y  estrategias de utilización de estos ladrillos, ejemplos de construcciones, unas más simples, otras más avanzadas. Y que las construciones y los ladrillos estén compartidos. Alguna vez habrá que intentarlo, ¿no?

No he querido entrar en el tema de la formación y del profesorado no he hablado más que de forma indirecta. No se puede tratar todo en la misma entrada.

¿Qué os parece?

Notas

[0]He seguido la discusión en la web, iniciada quizás por Adell, he firmado en llibresdigitals...
[1]Como decía Alan Kay, poner pianos en un aula no crea por sí mismo músicos.
[2]¿No es posible un debate limpio y transparente? Entiéndase que llevo apoyando y evaluando el proyecto desde su comienzo. Ejemplos uno, dos, tres.
[3]El parque de ordenadores y de conexión a internet entre el profesorado y el alumnado son muy diferentes en 2003 y 2009; en 2003 una conexión a internet fluida no era una condición sine qua non para un proyecto TIC como lo es hoy. Y la llamada web 2.0 es una explosión participativa que justifica un nuevo comienzo.
[4]Sé que no es verdad. Sé que eso que llamamos administración o Sevilla es un gigante abstracto y complejo, del que formamos parte. «A lomos de un dinosaurio», José María Esteve dixit. Y sé que durante todos estos años ha trabajado para resolver estos mismos problemas que yo no descubro ahora. Pero lo ha hecho desde una oscuridad que es su característica más esencial y negativa. Yo soy un outsider, eso me salva. Yo puedo disfrutar de mi glasnost.