Una mirada a la Comunidad de Software Libre desde el feminismo

Recientemente leí un artículo de Tania[1], con el cual pude comprender, con mayor profundidad, el trabajo de etnografía que realizó en la Comunidad de Software Libre – Colibri. Como me siento parte de esta comunidad, y además tuve la oportunidad de conocer y charlar con Tania, me agradó conocer este escrito, tanto porque me permite conocer una mirada externa sobre esta comunidad, como por la oportunidad de debatir algunas de las ideas que expone en su texto.
Lo primero es aclarar que su trabajo estuvo centrado en conocer el papel de las mujeres en las dinámicas relacionadas con la producción y divulgación de conocimiento científico y tecnológico promovidos desde esta comunidad. En este sentido llama la atención que se aproximó al tema sólo desde la mirada de un grupo de mujeres (grupo minoritario y marginal según el trabajo), bajo el propósito de no perder su voz. Argumenta que otras investigaciones han mostrado que las mujeres tienen una muy baja participación en los procesos de construcción de conocimiento, y que su participación habitual en actividades de divulgación no tiene el mismo reconocimiento en relación con el dado a los hombres que también participan al interior de estas comunidades, por tanto considera necesario conocer esta perspectiva.
Identificar el lugar o postura desde donde habla Tania es importante, porque precisamente este punto generó algunas reacciones negativas en la comunidad. No se entendía por qué privilegiaba la opinión de las mujeres sobre el tema de producción y divulgación de conocimiento científico y tecnológico, ni se compartía la idea de que en esta comunidad hubiera discriminación de las mujeres. Igualmente dio lugar a posiciones encontradas sobre la hostilidad que la comunidad muestra a los usuarios legos (principiantes) en el tema del software libre. Estas discusiones se exacerbaron en algunas ocasiones, incluso por parte de algunas mujeres de la comunidad, al conocer que estos planteamientos se realizaban desde una postura feminista.
Por este motivo y, a mi juicio, una de las ideas más importantes que emergen del escrito es diferenciar entre la subjetividad femenina y la mujer como género o como ser biológico. Si bien entiendo que es intencional ubicarse en lo que piensan y hacen explícitamente las mujeres en esta comunidad (y esto hace parte de la lógica y de la coherencia interna del trabajo de investigación), para mi, el mayor valor está en reconocer que el desarrollo de la ciencia y la tecnología se rige principalmente por una subjetividad masculina, mientras que las actividades de divulgación y educación fundamentalmente se dan por una subjetividad femenina.
Creo que esta perspectiva es útil porque superar un discurso en el cual se acusa al hombre, que por el hecho de ser hombre, de no darle oportunidades a la mujer (que es discurso con el que se asocia el feminismo, y que considero muy limitado). Si en vez de mirar al ser biológico se des-centra el análisis en la perspectiva de la construcción de subjetividades masculinas y femeninas, considero que es más fácil entender porqué hay mujeres que siendo mujeres biológicas toman actitudes masculinas en la forma de desenvolverse profesionalmente (lo que no significa perder su feminidad), y entender porqué hay hombres preocupados por las labores de divulgación en las comunidades de software libre, lo cual se ubica en una subjetividad más femenina, donde la subjetividad no tiene nada que ver con la definición biológica de los individuos. Dado que no es la intención del escrito, me quedo con la inquietud de conocer cómo Tania avanzó en la caracterización de esta subjetividad femenina y masculina en los procesos de construcción y divulgación de conocimiento científico.
Por otra parte, una afirmación que se hace en el texto con la que no estoy de acuerdo, es que en la Comunidad de Software Libre – Colibri se reconoce principalmente al que escribe código. Si bien muchas de las personas que pertenecen a esta comunidad tienen estudios en ingeniería o tecnologías en sistemas, y se dedican a desarrollar sitios web o en la administración y mantenimiento de equipos con software libre, esto no significa que escriban código en el sentido estricto de la palabra, y mucho menos que participen como desarrolladores en proyectos de software libre.
Lo que predomina en Colibri son personas gomosas por las tecnologías, que les gusta cacharrear con software y hardware, activistas que se sienten comprometidos con las ideas del software libre, del código abierto, y las licencias creative commons. De hecho, el principal medio de comunicación de esta comunidad, que es la lista de correos, se define como un espacio para “promocionar el software libre en Colombia”, donde “la educación y el intercambio de conocimiento relacionado con software recibirán especial atención”[2][3]. Por tanto, considero que el reconocimiento de las personas en la comunidad no se hace por quien programe más o mejor, sino por los aportes que hace a las discusiones en la lista y por las actividades que lidera y orienta en torno a estas ideas.
En este mismo sentido se afirma que las mujeres en la Comunidad de Software Libre se han hecho responsables del día a día de este colectivo, especialmente en relación con actividades relacionadas con los encuentros presenciales de la comunidad, tales como el FLISoL y las JSL. Sin embargo creo que esta es una observación relativa, ya que en estas mismos eventos se ve tanto a hombres como a mujeres liderando, organizando y coordinando estas actividades que año a año se han venido consolidando.
Sin embargo, hay otros aspectos que se deben reconocer. Uno de ellos tiene que ver con la beligerancia, agresividad e intolerancia que algunos miembros de la comunidad manifiestan en las discusiones, especialmente de la lista de correos. Sin embargo, en este caso, más que una exclusión hacia las personas que se están iniciando en el mundo tecnológico o hacia las mujeres, es una exclusión hacia la actitud que evidencian algunas personas (sin importar si es lego, experto o mujer), y que se caracteriza por: falta de competencias básicas en manejo de información (y que se manifiesta en no hacer búsquedas previas en Internet antes de hacer una pregunta), una actitud de utilitarismo (personas que se inscriben a la lista para exigir un soporte técnico pero no para asumir su participación como un truque de conocimiento), y una baja tolerancia a los comentarios directos y sin rodeos.
Por tanto, creo que la existencia de una exclusión de las mujeres en la comunidad no se da por el hecho de ser mujeres, sino por las diferencias en las lógicas de pensar, actuar y valorar que implican una subjetividad masculina y una subjetividad femenina.
Finalmente, aunque sí creo que el desarrollo de la ciencia y la tecnología está construida desde una subjetividad masculina, la reflexión en torno a este escrito me generó una pregunta ¿Es posible desarrollar ciencia y tecnología desde una subjetividad femenina y, de ser así, qué características e implicaciones tendría?.
[1] http://www.scielo.br/pdf/ref/v18n2/06.pdf
[2] http://slcolombia.org/Colibri/ContratoSocial
[3] http://slcolombia.org/Colibri/UsoLista