La agricultura como herramienta educativa

Los huertos escolares son un espacio donde pueden desarrollarse muchas habilidades útiles para los alumnos. Más allá de un lugar donde aprender a cultivar alimentos, los huertos son un laboratorio vivo donde poner en práctica muchos de los contenidos del currículum oficial, tanto en primaria como en secundaria. Las granjas urbanas pueden convertirse también en incubadoras para impulsar el espíritu emprendedor de los jóvenes.

Cultivar alimentos en un pequeño terreno en horario escolar no sólo es una forma de aprender nociones de botánica. Las labores relacionadas con el cuidado de un huerto pueden enlazarse con muchos de los contenidos teóricos de las escuelas, desde el funcionamiento de los ecosistemas y los ciclos naturales hasta dietética, química, economía e incluso historia, utilizando el espacio como laboratorio para experimentar. Los huertos escolares son además un lugar para que el alumnado desarrolle habilidades que pueden ser útiles en cualquier otro entorno, como la capacidad de trabajar en grupo y distribuir de forma inteligente los recursos existentes.
En el entorno educativo, la agricultura puede ser también una forma de impulsar la creatividad y el espíritu emprendedor de los alumnos. En este sentido, en la ciudad de Baltimore está en marcha un proyecto que es un ejemplo de cómo convertir una granja en una incubadora de futuros emprendedores. La iniciativa, bajo el nombre de Great Kids Farm, ha utilizado las instalaciones de una vieja granja abandonada en las afueras de la ciudad para transformarla en huertos y espacios para el ganado, que funciona gracias al trabajo colaborativo de los alumnos de diferentes escuelas públicas del entorno que participan en el proyecto. Los estudiantes pasan una parte de sus horas lectivas cultivando la tierra y cuidando de los animales, aprendiendo así de forma práctica conceptos de biología y ciencias naturales. A la vez, los estudiantes de los cursos superiores son los encargados de organizar el funcionamiento de la granja, puesto que los alimentos que se producen se distribuyen después por los establecimientos de la zona, aprendiendo así de forma divertida y en el entorno real cómo funciona todo el ciclo productivo, desde el cultivo de alimentos hasta la venta en un supermercado o un restaurante. La iniciativa es además una forma de ayudar a los alumnos a identificar oportunidades de negocio, que se ha plasmado en la apertura de un establecimiento, Great Kids Café, ligado al proyecto de la granja y donde son también los alumnos quienes se encargan de su funcionamiento.
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