El diseño centrado no sólo en las personas

El 12 de noviembre se ha celebrado el Día Mundial de la Usabilidad, un concepto que hace referencia al diseño de productos accesibles y fáciles de utilizar, centrados en las necesidades y deseos de la gente. Este año, y a raíz de la creciente concienciación social frente al cambio climático, la celebración gira en torno a la sostenibilidad, con el objetivo de llamar la atención sobre la necesidad de incluir en el centro del diseño no sólo a las personas, sino también al planeta.

La sostenibilidad es el equilibrio de la especie en relación a los recursos de su entorno, aunque se trata de una palabra que se utiliza con tanta facilidad que está corriendo el peligro de perder todo significado. El Día Mundial de la Usabilidad, fundado por la asociación de diseñadores Usability Professionals Association, está enfocado este año a la sostenibilidad en el diseño de productos y servicios, a través de la búsqueda de soluciones que supongan una reducción de emisiones y de residuos.
Tradicionalmente el diseño se ha centrado en sus consumidores finales, aunque en los últimos años y gracias a la posición más activa de los usuarios a través de las posibilidades de comunicación bidireccional de Internet, el User-centered design ha tomado cada vez más importancia, pudiendo responder de forma más efectiva a las necesidades de las personas. Sin embargo nuestro modelo de consumo se ha demostrado insostenible. Tal y como indica el diseñador Eric Wilmot, ni los océanos ni los bosques son clientes de ningún estudio de diseño que defienda sus necesidades.
Muchas asociaciones ecologistas abogan por incluir el coste ecológico en todos los productos. Sin ir tan lejos, en Estocolmo se ha puesto en marcha un experimento para que la población tome consciencia de las implicaciones ambientales de lo que consumen, en este caso, en relación a la comida.  En algunos alimentos, y también en cartas de menú se incluye información sobre la cantidad de CO2 que ha generado la producción, embalaje y transporte de cada producto. Aunque la medida puede suponer dilemas entre escoger dietas más sanas o más sostenibles (el consumo de pescado, por ejemplo, no es recomendable en grandes cantidades, puesto que en Europa es escaso), ofrece más herramientas para adoptar actitudes sostenibles.
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