de angustias y paisajes.
Carlos Salazar Herrera fue un escritor costarricense. Ahora estoy leyendo uno de sus libros que se llama Cuentos de angustias y paisajes. Lo escribió en 1947, por lo que muestra los paisajes de una Costa Rica totalmente distinta. Las angustias aún son parecidas.
Todos los grabados que ilustran el libro son hechos por él mismo. Son dibujos sencillos pero muy expresivos, al igual que sus cuentos.
El cuento de abajo y todos sus derechos asociados son de él. Espero que Ñor Carlos no se enoje por que lo ponga aquí.
La Dulzaina
¡Maldita sea con este hijo inhábil que me ha salido!… ¡Mirá que voy a repartir lo tuyo entre tus hermanos! ¡Botá esa… chirimía y trabajá la tierra!
Y es que el gamonal, ñor Bernardo, tenía cuatro hijos varones. Tres de ellos sacaban buen provecho de la tierra, el otro, Miguel, sacaba bellas melodías de su dulzaina.
Ña Felipa, mujer de ñor Bernardo y madre de los muchachos recordaba, una vez más, que en la casa de sus padres era cosa hereditaria la afición por la música. Sus hermanos, sus tíos, abuelos y bisabuelos, hacían sonar casi todo cuanto caía en sus manos. Tablillas y calabazos, curenos, pellejos y cañas de bambú se iban transformando en algo que daba mucho gusto a los oídos. ¿Cómo no tener un hijo con la misma sangre?
Miguel, sin embargo, ganaba su dinero; pero lo ganaba a su manera: construyendo marimbas. Marimbas que afinaba con el diapasón de su dulzaina, y que dejaba como canto de jilguero.
Cierta vez, en una hacienda ganadera, arrebató el caracol a un vaquero y soplo una nota tan limpia, tan prolongada, tan alga, que rompió las nubes ye empezó a llover.
El tocador de dulzaina solía refugiarse en la escondida cumbre del monte, y bajo el ancho silencio de la altura, ensayaba nuevas variaciones en los temas que le regalaban los pájaros. El viento bajaba porciones de melodías, y fue en uno de aquellos regalos, cuando ña Felipa le dijo “que la música de aquella duzaina tenía… algo así como un color azulito”.
Una mañana cualquiera propuso el viejo:
-Mirá Miguel, cogé esa montaña junto al río, volteala y sembrá caña. Si lo hacés, te regalo el cañal, la molida y el trapiche.
El tocador de dulzaina, después de pensarlo muy adentro, respondió:
-Está bien. -Y con toda la fuerza de su brazo arrojó la dulzaina al fondo del enmarañado precipicio que se abría a cincuenta pasos de la casa.
Miguel empezó a derribar árboles. Árboles viejos y testarudos que se desplomaron entre roncas protestas de toda la amontaña que, poco a poco, fue renunciando por la fuerza, a su vocación de continuar siendo montaña.
- ¡Ese muchacho se va’matar! -suspiraba la madre angustiada, mirando hacia el bajío, por entre los barrotes de la cocina, mientras al amor de dos fuegos calentaba el chocolate para aquel hijo, que era más suyo que todos los otros juntos.
Miguel sacó en trozas la madera gruesa, picó la menuda en leña, hizo una ronda y le dio fuego al charral.
La noche de la quema, pedazos de montaña inflamados subieron hasta el cielo. Se iluminó la serranía y se volvió roja la luna.
A la mañana siguiente, algunos troncos, todavía con llamitas prendidas, chisporroteaban entre una humareda olorosa a resinas.
El labrador desarraigó el terreno, lo reventó en glebas, lo regó con su sudor… y por fin, al lerdo caminar de los años, creció gorda y melosa la caña amarilla. Luego hirvieron las pailas y, entre el vuelo de las abejas, los moldes vaciaron una pirámide de rubias tapas de dulce.
Todo el mundo se había hecho un poco más viejo.
-¡Muy bien, hijo mío! -aprobó el gamonal después de la tarea-. A lo dicho, hecho. Aquí está l’escritura.
Por la noche ña Felipa llamó cautelosamente a Miguel.
-Nunca hubiera creído -dijo- que a mis años pudiera descolgarme hasta el fondo del precipicio.
La dulzaina estaba envuelta en un pedazo de papel celofán que tenía … un color azulito.
Glosario
Dulzaina: Pequeño instrumento músico de viento. “Armónica”.
Chirimía: instrumento músico. Aquí está usado en forma despreciativa.
Gamonal: Patrono rico influyente.
Ña: Doña.
Marimbas: Especie de xilófonos.
Caracol: Soplando un caracol grande, se obtiene un poderoso sonido de cuerno que sirve para llamar al ganado.
Volteala: De “voltear”, talar.
Molida: Producto de la molienda de caña de azucar.
Ronda: Desmonte o tala, para evitar que el fuego se extienda.
Pailas: Vasijas de cobre, muy grandes, para hervir la miel de caña.
Tapas de dulce: Azúcar moreno, compacto, en forma de conos truncados.
L’escritura: La escritura. Documento que otorga una propiedad.
- Bitácora de elopio
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