Esos malditos que lucran con nuestra salud

Cada vez que compramos en una farmacia, los vendedores intentarán engañarnos. Estamos a merced de una red que se enriquece a costa de nuestra enfermedad y nosotros y nuestra pasividad somos parte del problema.

Según la investigación periodística publicada el domingo 17 de Agosto por El Mercurio, las comisiones que reciben en las farmacias: “Pueden llegar a ser desde el 40% hasta el 80% de la remuneración total de los vendedores.”

Las farmacias ni siquiera lo ocultan: tienen “convenios” con determinadas empresas farmacéuticas para privilegiar algunos de sus productos. De esta forma, según el reportaje el sueldo de estas personas ” no sólo depende de la cantidad de fármacos que logre vender, sino también de las marcas de cada medicamento que logre colocar.” A eso se suma el hecho de que las propias cadenas están comercializando algunos productos propios, los que obviamente resultan aún más rentable vender y por los que también hay incentivos asociados para los dependientes a los que recurrimos cada vez que necesitamos comprar algo para mejorar nuestra salud.

Culpables

Esto es una vergüenza.  Sin embargo, mis dardos acusadores no van contra los trabajadores de las farmacias. Según comprueba el reportaje que estoy citando esos vendedores ganan sueldos bastante miserables y por tanto casi no tienen alternativa: para sobrevivir tienen que entrar en el juego de ser “promotores” de algunos productos que les permitirán llevar el sustento a sus familias.

Los culpables en este caso son esas grandes empresas farmacéuticas internacionales que forman redes casi mafiosas para lucrar con nuestra salud, la mayoría de las veces por medio de prácticas dignas de las más salvajes corporaciones monopólicas. A ellos se suman las cadenas de farmacias y hasta en cierta medida los propios médicos.

Esto no es simple palabrería mía: Pueden ver las opiniones bastante más fuertes de Richard J. Roberts, Premio Nobel de Medicina 1993 aquí. El tema es bastante serio, porque involucra a una de las industrias más poderosas del mundo.

Nosotros los Pacientes

Tristemente, los abusos de estos mercaderes tienen mucho que ver con nuestra pasividad. Los pacientes tienen que organizarse. Los “ciudadanos enfermos” deben ponerse de pie. Hay ejemplos notables de esto: esta campaña para exigir medicamentos genéricos para el VIH, que incluso ha logrado demandar a los inescrupulosos, me parece un buen ejemplo a seguir

Esto ya lo había dicho antes y lo repito aquí muy responsablemente: En la medida que se pueda, todos deberíamos informarnos sobre qué medicinas y tratamientos que nos están prescribiendo y qué alternativas existen en el mercado. No podemos transformarnos en simples objetos de mercaderes: su poder se basa en nuestra ignorancia y en nuestra pasividad.

Más Información: Internet es nuestro aliado
Al menos en mi caso, yo hago los mayores esfuerzos para apoyar cualquier visita al médico o cualquier enfermedad con una segunda opinión: Internet.

Voy a dar un ejemplo: Hace unos meses tuve una bronquitis. Nada de otro mundo. Sin embargo el doctor me recetó un antibiótico de “última generación” que costaba casi 20 VECES más que una alternativa de antibiótico más tradicional. Sí, dije 20 veces. Como fui al médico antes de que el cuadro fuera grave,  decidí no comprar ese medicamento, guardé estricto reposo y traté los síntomas con las alternativas más convencionales, sin recurrir a antibióticos. Mi sistema auto inmune hizo el resto y en 5 días ya estaba nuevamente operativo.

Y también los doctores

¿Cuando fue la última vez que pudiste conversar con un doctor sobre tu enfermedad? Y me refiero a conversar aclarando todas tus dudas, entendiendo lo que ocurría y discutiendo las alternativas de tratamiento.  En un contexto donde la gran mayoría de los doctores no son ni siquiera capaces de diagnosticar sin una batería de exámenes y donde apenas gastan unos minutos de su valioso tiempo en informarte sobre lo que te ocurre, creo que resulta indispensable que tomemos mayor control sobre nuestra propia salud.

Ya no estamos en el medioevo. El conocimiento médico no es un secreto: puedes leer los mismos libros que ellos e informarte de tratamientos médicos en Internet. Puedes investigar qué compuestos tiene una determinada medicina y buscar productos que lo contengan. La mayoría de las veces debes pensar que tienes más opiniones en Internet que las que te ofrece tu médico :  Al menos para mi, la red es mi mejor “segunda opinión médica”.

En un contexto de ciudadanía cada vez más educada e informada los doctores tienen que ayudar a mantener su credibilidad. Por ejemplo, yo me he preguntado tantas veces:  ¿Esos personajes que visitan a los médicos y que les entregan “muestras” de medicinas y algunos “regalitos” ¿hasta que punto determinan los remedios que ellos nos prescriben a nosotros?
Consejos responsables

Obviamente en esto hay que ser muy responsable: No estoy abogando por auto-diagnósticos sino que por tratamientos médicos informados. Es el deber de los doctores informarnos y es en nuestro propio beneficio que nos informemos. La consecuencia práctica de esto: tomar mejores decisiones respecto de NUESTRA salud. Al respecto sólo algunos consejos finales:

  1. Adquirir productos genéricos: Lo que no tienes que hacer es comprar una “marca” de producto sino que un compuesto químico.  Yo por definición siempre comparo los compuestos de las medicinas y pregunto por “genéricos” cuando se trata de dolencias simples.
  2. Comparar precios: Las farmacias cambian los precios de los medicamentos constantemente. Nunca está demás comparar.
  3. Intentar soluciones de medicina complementaria o alternativa: Soy cada vez más escéptico de la medicina tradicional alopática. En la medida que más me informo sobre la relación perversa entre “dinero y salud”, más prefiero intentar alternativas.
  4. Prevención: Desde mi última enfermedad (la bronquitis), consumo productos naturales y vitaminas para fortalecer mi sistema inmunológico.  Obviamente que prevenir siempre será mejor que curar.
  5. Desconfianza Informada: No seamos ingenuos con las grandes transnacionales farmacéuticas. Urge estar en permanente estado de alerta e informarse respecto de los movimientos de esas empresas.  Es por nuestro propio bien.