Ministerio de Guarderías, Toros y Fútbol
Obviamente no es el nombre oficial, pero podría serlo si no fuera necesario mantener las apariencias. Hablo del ministerio que actualmente ocupa José Ignacio Wert, ayer mismo galardonado con un importante reconocimiento que otorga la revista El Jueves.
Siguiendo en la línea de su predecesora en la cartera de Cultura, la también cultísima Ángeles González-Sinde, quien instituyó el Premio Nacional de Tauromaquia, Wert, al mismo tiempo en que recorta de manera brutal el presupuesto para Educación, se propone incrementar los fondos destinados a la promoción de ese espectáculo lamentable y antieducativo, basado en el maltrato, el sufrimiento y la muerte.
No es casual que sea esta la “cultura” que quieran fomentar desde el gobierno, pues está claro que quieren distraer al pueblo del durísimo ataque a los derechos sociales y constitucionales, aplicando una receta de casi 2.000 años de antigüedad que por lo visto aún sigue dando buenos resultados: panem et circenses, “una locución latina peyorativa de uso actual que describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas. (Wikipedia, a día de la fecha)”, ya españolizada como pan y toros a finales del siglo XVIII por León de Arroyal y puesta en música por Francisco Asenjo Barbieri, autor de la zarzuela así titulada.
Por eso, para tener una visión global y conseguir una mejor coordinación de esa labor a fin de que no falte ese entretenimiento de baja calidad, el ministerio de Wert asume también el deporte, palabra que para las masas es sinónimo de fútbol.
Entretenimiento de baja calidad, cuánta verdad en tan pocas palabras: ya se ve claramente que eso también está afectando a la primera competencia de este recién nacido ministerio, la educación, pues cuando su calidad baja, ésta se transforma en entretenimiento, en guardería.
No malinterpretéis esta palabra, de ninguna manera me refiero a la guardería infantil y menos aún a la Educación Infantil, posiblemente la más innovadora de las etapas educativas. Me refiero a que hay una clara voluntad de retroceso en educación por parte del poder económico (que hoy en día es el que controla al poder político), con la intención de recuperar los orígenes de la escuela pública: la necesidad de proporcionar un lugar en el que los hijos de los obreros estuvieran atendidos durante la jornada laboral de sus progenitores.
En la sociedad rural la escuela no era tan interesante para los poderosos, pues el puesto del trabajo de los campesinos coincidía con su domicilio. Con la industrialización y la migración urbana, fue necesaria una institución que se ocupara de niños y niñas. Y ya que estaban, que aprendieran lo que les iba a servir para integrarse eficazmente en la cadena productiva, pero no mucho más, ya que si llegaban a ser conscientes de que tenían derechos, podían llegar también a exigir que se les respetasen.
Hay conquistas como el derecho a la sanidad y a la educación, la libertad de expresión y de manifestación, el derecho de huelga, etc., cuya consecución ha necesitado mucho tiempo y, sobre todo, la lucha, a veces sangrienta, de varias generaciones. Ahora estos logros se están tambaleando. ¿Vamos a aceptarlo en silencio?
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