Meritocracia, inteligencias múltiples, y posmodernismo

Hace un tiempo que estoy meditando (y participando en discusiones varias) sobre temas que tienen que ver con la educación universitaria, los títulos, las capacidades y oportunidades.

Hasta hace algunas décadas vivimos en un supuesto sistema meritocrático (gobierna quien más méritos hizo), en el que se valoraba a la persona que tenía título universitario como una persona que tenía la última palabra sobre el tema en el que había estudiado (“¡Esto lo hago porque lo dijo el doctor!”).

Hoy en día, cada vez que uno menciona un título como para reforzar un argumento, la respuesta suele ser: “¿y qué tiene que ver que seas licenciado/a?”. Entonces uno piensa en el tango Cambalache: “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”. Y se pone a buscar nuevos refuerzos para sus argumentos. No es fácil. Después de esa respuesta tengo que buscar demostrar por qué lo que digo es válido, independientemente de dónde lo estudié. Todo un ejercicio intelectual… que me encanta!

Este es un dato de la realidad actual: el posmodernismo se caracteriza por el derrumbe de los valores de la modernidad, la duda de lo establecido, la desilusión como actitud por defecto. Ya nada es cierto porque lo dice la maestra. Hay que buscarlo en Internet. Ya nadie es más inteligente o tiene más razón únicamente porque tiene un título. Tiene que argumentar lo que dice, aunque haya aprobado la materia correspondiente.

¿Y eso es bueno? A mi entender, es maravilloso. Por tres motivos.

  • El primero es que estudiar no es aprender. Sabemos que hay gente que accede a las credenciales por tener paciencia para cursar y recursar, por entender cómo aprobar los exámenes mediante cualquier método. Tener un título no es sinónimo de haber adquirido muy bien los conocimientos.
  • El segundo es que tener un título no es sinónimo de tener inteligencia. La inteligencia es una capacidad con la que todos nacemos. ¿Qué digo una? Las inteligencias son diversas capacidades con las que las personas nacemos. Estas capacidades están distribuidas de forma muy distinta en las diversas personas. El sistema educativo no mejora la inteligencia sino que la evalúa, dando mayores posibilidades a quien tiene inteligencia lingüística y matemática, y también algo de inteligencia social. Por eso se dan casos de personas que fueron alumnos mediocres y tuvieron un excelente desempeño en su vida laboral: para el trabajo se necesita una combinación de inteligencias muy diferentes que las que aseguran el éxito en el sistema educativo.
  • El tercer motivo prácticamente es el principal: para obtener mejores credenciales hace falta una familia que tenga capital económico, capital cultural, capital social… es decir: dinero, conocimiento de lo que en la cultura está bien visto, contactos y relaciones para entrar a determinado ámbito. Tener un título es sinónimo de haber tenido oportunidades.

En conclusión: quien tiene un título universitario muy probablemente sepa mucho de un tema, pero puede haber gente sin título que sepa tanto o más como esa persona, además el saber no es siempre el de los textos, también hay un saber muy importante que da la práctica; es cierto que vivimos en una sociedad libre, pero cuando empezamos a andar el camino algunos tenemos alas, otros ruedas, otros piernas y la mayoría encuentra el camino totalmente lleno de obstáculos.

Me encanta esta imagen pero no encuentro el autor para citarlo, así que me permito publicarla pidiendo por favor a quien conozca el autor que me indique su nombre.

Este post está dedicado a María Eugenia Núñez, Fernando Pelillo y a todas las personas con la que conversamos algo sobre estos temas pero no lo suficiente… Y voy a seguir insistiendo con las inteligencias múltiples: no porque lo estudié en la facultad, sino porque es una teoría que me explica muchas cosas que pasan en esta sociedad.