Adios depa y muchas gracias


25 años pasaron y vimos como cambiaba todo a su alrededor. Desde la adolescencia nos daba refugio y distracción, un retiro lleno de aire puro. Cuando estabas ahí te olvidabas de la ciudad, su ruido y aire espeso, nos cobijabamos en verdes jardines árboles y un fantástico escenario que se perdía en las colinas lejanas
Al principio lo disfruté con mi familia y sin duda con mis amigos, en incontables ocasiones.
Hace mucho tiempo, como parte del trío de “místicos pendejos” salimos a vivir  nuestra “fe cristiana”, salimos del refugio caminando sin rumbo, queríamos ver con qué nos encontrábamos y a quien podíamos ayudar; ayudamos  a unos albañiles que construían una casa, luego conversamos con un curioso hombre que nos presumía sus cualidades en artes marciales. Fue un día espléndido.
Alrededor de los jardines solo había un terreno baldío muy grande, que separaba a la carretera de nuestro edificio, por cierto eran los pocos edificios en toda la región.
Ahí fui con mi novia y ahí culminamos nuestra “luna de miel”, durante la cual no faltó la visita “no esperada” (domingo 7), si en nuestra luna de miel. A los días de habernos casado invitamos a un gran grupo de amigos, tuvimos una reunión que podríamos llamar “memorable”, sobre todo por sus efectos en jóvenes adultos que esperaban ser indestructibles como poco años atrás:

  • Juan Pablo tenía un enorme dolor, por lo que asistió a la Cruz Roja.
  • Leopoldo consiguió una fractura en el dedo pequeño de su pié.
  • Ivan dejó parte de sí en en este sitio, más exactamente dejó, sus quemados pellejos, en la pared de pequeños azulejos de la alberca después de un fuerte forcejeo.
  • Deyanira y Luzana con quemaduras.
  • ….

Bueno sin duda lo recuerdo con alegría, pese a las consecuencias. En este lugar mágico vimos nadar y gozar a mis hijos, Chofas buceaba y nadaba sin mayor asistencia ni escuela de natación, largos ratos pasaba cargando a Ligorio en el agua fría.
Pacotorro fue el último pero igualmente conoció desde muy pequeño el refugio, el mismo que nos despidió con muchos amigos cuando tuvimos que cambiar de residencia a Morelia, y el mismo que nos recibió cuando decidimos cambiarnos nuevamente de ciudad, ahora más cerca de este lugar que tiene innumerables recuerdos en muchos de nosotros.
Ayer con mi familia pudimos jugar por última vez en la alberca, la temperatura no podía estar mejor, que divertido fue jugar con una pelota que alguien había olvidado, y que al día siguiente seguía ahí esperando a alguien más para jugar con ella.
Hoy fue el último día que lo visitamos, pude despedirme y agradecerle su tiempo, su frescura y su abundancia. El departamento quedó vacío, se le entregaron las llaves a quien comienza apenas, pero ya conoce su valor.
Hoy, como en tantos lugares, el edificio está rodeado por hoteles, y más departamentos, los árboles han crecido hasta volver casi imposible ver a los vecinos y tanto más imposible ver los valles y colinas que se dibujaban hace 25 años.
Adios depa y muchas gracias por tantas alegrías para nosotros.
Twitter Facebook Delicious LinkedIn Compartelo o guardalo